
Mt 27:25 «Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.»
Dios nos manda a juzgar con justo juicio cuando nos corresponda.
No hay nada más injusto que la sentencia de muerte al maestro.
Pilatos sabía que era injusta su muerte, pero lo entregó para ser crucificado y se lavó las manos.
Y el pueblo convencido por los judíos se creyó con derecho a juzgarlo, maldiciéndose ellos y a sus hijos por si estaban equivocados. No es de extrañarse que los israelitas hayan recibido tantas muertes a lo largo de la historia, se echaron maldiciones solos y bajo su responsabilidad.
Seamos sabios al momento de juzgar, esto implica muchas cosas, investiguemos que es un juicio justo.
Y no maldigamos con nuestras palabras a la ligera.
Es muy común que las madres digan en su enojo cosas como estas:
«¡vas a ver! Cuando te cases la vas a pagar con tu esposo o con tus hijos»
También es común que nos adueñemos de las enfermedades, diciendo «aquí estoy con mi enfermedad».
Cuidemos de no maldecirnos nosotros mismos.
Atte. Pastor Campusano